Me llama la atención lo que me cuentan algunos amigos extranjeros sobre el olor, el aroma y el ruido de las calles de Tetuán. Cosa que he de reconocer que jamás había percibido o sentido. Quizás porque es mi ciudad natal, quizás sea porque crecí escuchando ese bullicio y porque esa algarabía que tanto paroxismo y alegría les genera para mi es algo ordinario y no tan exótico como los es para ellos.
Un día decidí llevar a mi prima española, que no considero marroquí, primero por tener un nombre ‘occidental’, segundo porque su madre es española o ‘nesranía’ como solemos decir aquí, y tercero porque no sabe ni una palabra en árabe, pero vamos sangre mora sí que se le corre por las venas, eh!. Bueno, fuimos a dar un paseo por la Medina y de paso nos adentramos en uno de los mercados de abastos de Tetuán, no de los grandes pero que está ubicado en el Tetuán auténtico, en la Medina, donde solían vivir judíos, españoles y marroquíes en paz, sin ningún tipo de discriminación.
Es un mercado que ocupa las callejuelas de la Medina, varios puestos de todo tipo de alimentos. Los colores de las frutas, las verduras , el pescado fresco, el aroma a especias 100 % marroquíes y las aceitunas elaboradas a lo moroccan hacen que en esas calles impere una efervescencia de frescura campera.
Algunas cosas le resultaron a mi prima exquisitas, otras menos, o quizá repugnantes, he de decirlo, como lo son las patas de res que los carniceros exponen y que presumen de su mercancía en la cual incluían también pollos recién desplumados y listos para que las amas de casas los estrenen en sus tajines.
Me pareció bastante gracioso lo que un vendedor nos dijo al invitarnos a probar unas uvas: “ mirad señoritas que luego os quejáis de que toda la riqueza y los frutos de nuestra tierras se los lleva Europa, mirad que frescura tenemos, ¡qué riqueza!pero, bueno, un secreto, aunque las llevan , allá no tendrán el mismo sabor”.
“ ¿Y eso? ” y me dijo ” porque tardan en llegar, mientras firman los contratos ( :o) , mientras cruzan la mar en barco, mientras las arreglan en sus cajas para venderlas en los supermercados , la fruta no soporta eso, se deprime y pierde su encanto”.